El tratamiento de la GAPE es de soporte y dirigido a tratar las manifestaciones clínicas, principal y primeramente, las derivadas de la sobrecarga de volumen por la insuficiencia renal.
Las medidas generales incluyen reposo, restricción de proteínas y sodio en la dieta, y reducción del aporte de líquidos según peso y balance diarios. Aunque se recomienda una pauta sistémica de penicilina durante 10 días con el fin de limitar la diseminación de los microorganismos nefritógenos, la antibioticoterapia no influye en la historia natural de la glomerulonefritis. Para la hipertensión se maneja la diuresis por lo general con furosemida intravenosa, y tratamiento farmacológico con antagonistas de los canales del calcio, vasodilatadores o inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina. En casos de encefalopatía hipertensiva puede ser necesario el uso de nitroprusiato (intravenoso). En casos con proliferación extracapilar difusa, el tratamiento con bolus de metilprednisolona (intravenosa) puede ser de utilidad, aunque no está totalmente demostrado [1][2].
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